viernes, 19 de marzo de 2010

Artículo de El Amante sobre el Oscar a "El secreto..."

Una mala excusa


El Oscar, para mí, es una circunstancia divertida y deportiva que no condiciona para nada mi placer por ver películas. Ocupa una parte importante de mis conversaciones en los cinco días anteriores y en los tres o cuatro posteriores y no mucho más. Da para reír, denostar, pensar un poco en lo que piensa Hollywood y nada más. Es una oportunidad lúdicra: creo que La historia oficial es un film pésimo desde que lo vi, pero en el '86 quería que ganase por razones extracinematográficas (después empecé a querer un mundo ideal donde sólo ganan premios las películas buenas). Este año me pasaron tres cosas. La primera, que intuí siempre que El secreto de sus ojos iba a ganar (pueden ver mi nota del 23 de septiembre en Crítica de la Argentina “El Oscar también es para Maradona”). La segunda, que el film no me gustó pero comprendía su éxito e incluso que El Amante le dedicara su tapa. La tercera, que tuve mucho miedo cuando Liliana Mazure, presidenta del INCAA, habló de hacer focus group con espectadores para ver qué cine argentino preferían. Las tres cosas juntas -y no que El secreto... no me guste nada- eran las que me hicieron desear que no ganase el Oscar. Aunque era difícil, muy: la Academia ya no busca nombres que la prestigien (así que Haneke quedaba lejos) y El secreto... no se había estrenado en los EE.UU., algo que en los últimos años, por razones largas de explicar, ha ayudado a ganar premios. Pero ahora que ganó, tengo mucho miedo.
Vi los Oscar en el comedor de un hotel de Pinamar, rodado de gente. Todos, puntualmente, fanáticos y entusiastas. Cuando Campanella subió al escenario, alguien dijo “por fin gana el cine que le gusta a la gente”, y juro que es sic. La gran pulseada en el cine argentino es la de siempre: pocas películas caras para vender afuera, más películas más baratas que representen el riesgo estético. Es cierto, esta es una especie de simplificación, pero eso son sus polos. El éxito de El secreto... seguramente fue el detonante, o el inspirador, de la idea de los focus group. Que matarían al cine independiente argentino porque sigue la mayoría del público, que considera el cine como un entretenimiento y no un arte, no lo ve. Si quiere opinar sobre cine argentino, simplemente optará por elegir el tipo de películas que está más acostumbrado a ver. El Oscar porteño es una perfecta excusa para que en la Argentina haya uno y sólo un tipo de cine. Tengo mucho miedo de que esta intuición sea tan acertada como la que me decía que Campanella subiría al escenario del Kodak.

Leonardo M. D’Espósito

1 comentario:

Julián María dijo...

A veces, en El Amante hay cosas lindas, que no son hiper pretenciosas ni pedanetes... otras veces, son ambas, e igualmente interesantes, jaja.